No te dejes deslumbrar por tantas formas de terapia
Las personas que estamos interesadas en el trabajo personal nos vemos bombardeados por un sin fin de métodos terapéuticos que nos prometen la sanación de nuestro sufrimiento de forma rápida y casi milagrosa. Los medios de comunicación a los que somos asiduos nos venden «productos»de muy diversa índole que hemos de probar para estar a la última moda, como si se tratara de un mercado terapéutico. Como buenos consumidores que somos, vamos en la búsqueda de esa técnica que, sin mucho compromiso por nuestra parte, nos evite las fricciones de nuestro carácter. Así nos quedamos permanentemente hambrientos aunque nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos que estamos trabajados. Miramos a los demás por encima del hombro sintiéndonos más evolucionados. Pertenecemos a ese grupo de escogidos que «vibran» en un plano superior. La consecuencia es que nuestro ego sale reforzado.
No nos damos cuenta de que lo que en realidad sana es la relación con el terapeuta, no la técnica que utiliza. El vínculo que se crea permite que el cliente viaje a sus zonas conflictivas porque siente que puede confiar en la guía amorosa que le ofrecen. Esa confianza se basa en que el terapeuta no tiene un interés personal y esa es la base del amor real. Cuanto más se acerca el terapeuta a esa actitud más sanadora es la relación, independientemente de su marco teórico de actuación.
Todo eso no quiere decir que, en momentos concretos y de acuerdo con el terapeuta, no sea bueno complementar nuestro proceso con trabajos puntuales. Una de las técnicas que están más de moda son las constelaciones. Es una gran herramienta, muy impactante y mágica, pero si lo que la persona descubre no es integrado en la terapia no tiene el mismo efecto transformador.